jueves, 20 de septiembre de 2012

Off Record

  El “off the record” 

por Pita Romero, Santiago · 

 

Se trata de dos temas que suelen tratarse en conjunto, pero que conviene no confundir, como ocurre a veces incluso entre los propios periodistas y los funcionarios que tienen contacto con los profesionales de la información.

Comencemos por el más simple, el llamado off the record (cuya traducción literal sería “fuera de la grabación” o, mejor, “para no publicar”). ¿De qué se trata? Es un pacto, explícito o implícito entre la fuente informativa (se trate o no de un funcionario) y el periodista por el cual éste se compromete a: 1) no publicar esa información, o 2) si así se acordase, a publicarla sin revelar la fuente.

En nuestra legislación no hay disposición alguna que se refiera a esta institución. De modo que si violase el pacto de off the record el periodista no comete delito ni acto ilícito que pueda acarrearle pena o sanción jurídica. Esto hay que tenerlo bien presente para no equivocar los términos. Pero el periodista que incumple el pacto comete una falta de ética que no sólo traiciona a quien le confía una información sino que pierde con ello esa fuente informativa (ya que seguramente ésta no volverá a brindarle información confidencial). Además, en cuanto se conozca cuál fue la conducta de ese periodista y más aún cuando sus infidencias sean reiteradas, pocos serán quienes le sigan dando información comprometida. Por lo cual, en definitiva, con su incon-ducta ese comunicador atenta contra el derecho natural a la información que tienen todos los miembros de la comunidad que deben confiar en los periodistas la tarea de informarlos.

Entonces, ¿para qué sirve el off the record?, ¿qué sentido tiene que un funcionario le dé información a un periodista con la condición de que éste no la publique? Tiene sentido porque gracias a este tipo de pacto, a veces, puede el periodista conocer proyectos, orientación, decisiones, información en fin, que de otro modo no obtendría. Esto es más o menos frecuente cuando se trata de procesos delicados o complicados en los que su revelación anticipada puede ocasionar el fracaso de la gestión, o cuando se trata de cursos de acción que requieren una comprensión integral antes de su publicación para que no se distorsione o se fragmente la información por incomprensión o por afán de dar una primicia –informar primero– a veces atropellada e irreflexivamente, en lugar de informar bien, con precisión. El off the record sirve a la fuente que se asegura que el periodista comprenda y no se desoriente, y sirve al periodista, que necesita de esa orientación para no equivocar su camino hacia la verdad.

¿Es frecuente el off the record? Sí, lo es, y más de lo que suponen quienes no están en la tarea informativa. Porque funcionarios (fuentes) y periodistas son seres humanos que en muchas ocasiones comparten áreas de trabajo (Casa de Gobierno, Congreso, Policía, Ministerios), viajes, vigilias. Generalmente un off the record no lo pacta una fuente con un periodista a quien no conoce. Es un pacto de confidencia, es decir, de confianza. Por tanto, quien da su palabra o consentimiento para recibir una información a cambio de no publicarla, debe respetarla y no violar su compromiso.

Claro que si el periodista llega a obtener la misma información por otras fuentes sin el compromiso de no publicarla, es obvio que podrá difundirla aunque no podrá, aun así, revelar el nombre del funcionario con quien pactó el off the record.

Hasta aquí la explicación –desde el punto de vista legal y ético– del pacto de off the record. Pero no todos los funcionarios (fuentes) ni todos los periodistas son modelos de conducta. No siempre se pacta el off the record por motivaciones respetables para la ética. Pueden mediar intereses y hay que conocer esta práctica, desgraciadamente, bastante frecuente. Puede un funcionario usar el off the record para desorientar o “desinformar” al periodista. Lo que quiere no es acercarlo a la verdad, sino confundirlo y, quizá, conociendo la posible deslealtad del periodista, lo que busca es que éste “muerda el anzuelo”, compre “carne podrida”, viole el pacto y difunda esa falsa noticia para desorientar y confundir con ello a la opinión pública. Esto pasa, ha pasado y seguirá pasando. Tengámoslo en cuenta y cada vez que busquemos información seamos muy cautos antes de aceptar el compromiso de off the record. Y mucho menos nos creamos que toda la información que se nos da por vía del off the record sea veraz. El riesgo está en que por ingenuidad nos convirtamos en cómplices de una desinformación u “operación de prensa”.

Otras veces es el propio periodista quien en su afán de obtener una información se apresura a ofrecer el compromiso de off the record, cuando tal vez podría obtener la misma noticia sin compromiso alguno de su parte.

Recordemos, a manera de colofón, que lo importante no es la fuente ni menos el periodista. Lo importante es la información y el derecho de la comunidad a estar informada. Si lo miramos desde este ángulo del derecho humano, natural, a la información (o sea, desde el público) se aclara bastante la actitud que el periodista debe asumir en cada circunstancia. No hay regla fija, no se puede hacer un manual de casos en que el pacto de off the record es recomendable o aceptable. En cada caso, como en todas las cuestiones de la ética, es el propio periodista quien debe decidir en conciencia cuál es su mejor alternativa para encontrar la información veraz, la que más se acerque a la verdad.

Es interesante revisar –aunque no sea más que a simple título informativo– qué dicen al respecto los manuales que se suelen entregar a los periodistas en algunos medios de comunicación. En algunos casos se previene que el pacto de off the record no exime al periodista de informar a las autoridades de su medio (a sus jefes) y que será el director o editor quien decidirá si se publicará o no la información.
El Manual de Estilo y Ética periodística de La Nación, bajo el título “Reconocimiento de las fuentes” prescribe:

“En todos los casos en que el diario haya conseguido una noticia a través de una fuente en particular –agencia, funcionario, medio, etc.– se hará constar el origen de la información.

“La excepción es la situación en que se pida que no se mencione la fuente. Una vez comprometido el diario a respetar el off the record, lo respetará, salvo en el caso en que se consiga la misma información por otra vía y que ésta pueda ser registrada”.

Pero antes, bajo el título “El secreto profesional” dice: “Las fuentes informativas deberán ser conocidas por las autoridades de la Redacción, pero éstas –tanto como los periodistas que las hayan consultado– guardarán el secreto profesional ante cualquier requerimiento exterior”.


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